La vi solo tres veces y nunca hablé con ella. No era necesario. Su presencia era imponente: humilde y grandiosa a la vez, poderosa y tierna, discreta y magnífica. Como una reina madre. Algo andrógina, femenina y fuerte. Presencia auténtica. Gracias gran dama y señora. Desde el espacio has sido el mayor soporte para mantener el reino. No nos abandones, ahora. Mantente en tu lugar y cuídanos. Como siempre.